Diversos indicadores educativos, como resultados en pruebas estandarizadas, índices de matrícula, repetición y abandono escolar, consistentemente han mostrado peores resultados para estudiantes pobres o pobres extremos, rurales, con lengua materna indígena o con discapacidad.
Las explicaciones para estos altos niveles de inequidad son varias, pero entre ellas que las escuelas y el sistema educativo en general no han sido diseñados ni tienen provisiones para equiparar las oportunidades educativas de los estudiantes más vulnerables con sus pares en contextos aventajados, principalmente en zonas urbanas no pobres. Algunos programas de apoyo a los estudiantes vulnerables, como el de transferencias condicionadas Juntos, no tiene un componente propiamente pedagógico, sino solamente condiciones vinculadas a la asistencia de estudiantes.
Más allá de las iniciativas y programas del MINEDU, gobiernos regionales, UGEL y las propias instituciones educativas para mejorar la calidad de la educación, el año escolar 2021 va a presentar retos adicionales a los conocidos, vinculados con la pandemia. El principal es que el acceso a los servicios educativos ha sido muy desigual el año 2020. Así por ejemplo, los estudiantes en zonas vulnerables han accedido con menor probabilidad a las lecciones de Aprendo en Casa por la escasa disponibilidad de dispositivos digitales o internet. Si bien en la mayoría de los hogares existe un celular, a menudo es de propiedad del padre o madre, que lo usa para labores diversas; en estos casos el estudiante tiene acceso solo por algunas horas al final del día o los fines de semana para comunicarse con su docente o compañeros. La dotación de tablets por parte del MINEDU es un paso en la dirección correcta y forma parte de la estrategia cierre de brecha digital (https://cierrebrechadigital.aprendoencasa.pe). Se trata sin embargo de un recurso, como tantos otros, para favorecer el aprendizaje de los estudiantes, que tiene que ser usado de manera planificada por los docentes, en sintonía con sus metas para el año.
La planificación docente tendrá que considerar este año, más que otros, la diversidad en niveles de aprendizaje alcanzados por los estudiantes. Esto es algo que los docentes tradicionalmente han tenido que enfrentar en aulas multigrado; el año que viene presentará retos similares a los de las aulas multigrado para la mayoría de docentes, dada la diversidad de niveles de aprendizaje alcanzados durante el año escolar 2020. Así, tal vez el principal reto del 2021 para los docentes y equipos profesionales en las escuelas es planificar sus sesiones y actividades con la flexibilidad necesaria para adaptarse a la diversidad de estudiantes, que siempre ha existido, pero será exacerbada por la pandemia. De hecho, la inclusión en un sentido amplio (no solo vinculada a estudiantes con discapacidad), es una característica que muchos consideran el pilar para el trabajo pedagógico contemporáneo[1].
El primer paso para la planificación flexible es posiblemente el diagnóstico del nivel en que se encuentran los estudiantes. De hecho, el diagnóstico es parte de las “Orientaciones para la evaluación de competencias de estudiantes de la Educación Básica en el marco de la emergencia sanitaria por la COVID-19”, publicadas por el MINEDU[2]. La evaluación diagnóstica de entrada sugerida por el MINEDU debería enmarcarse dentro del enfoque de evaluación formativa que caracteriza el currículo nacional. En otras palabras, se requiere orientar la evaluación para que sea una herramienta de aprendizaje y no un instrumento sumativo o sancionador. A partir de la evaluación diagnóstica se tendrían que planificar metas para el grupo, pero también para cada estudiante, con la atención a la diversidad de niveles de aprendizaje. Este enfoque se enmarca en el “plan de recuperación” que propone la misma norma de evaluación. Para facilitar el trabajo pedagógico el 2021, pienso que sería ideal que los docentes continúen el 2021 con sus estudiantes del 2020, considerando que la indicación del MINEDU es que ambos años deben considerarse como un continuo. La norma sobre evaluación identifica además las competencias que deberían priorizadas durante el presente año escolar; estas se especifican para educación inicial, primaria y secundaria por separado.
El Ministerio de Educación (Perú) ha anunciado que el año escolar 2021 puede ocurrir de manera presencial, semipresencial o remota. Esto dependerá de la prevalencia de contagios y distribución de vacunas en regiones, provincias y distritos, por lo que no tendría que ser una decisión para todo el país. En cualquier caso, la pandemia y la importancia de las habilidades digitales en el mundo contemporáneo nos sugieren que el uso pedagógico de estos recursos se incrementará en las aulas de clase. El aprendizaje de las TIC se ha convertido crecientemente en una habilidad básica para el funcionamiento de todos los ciudadanos y ciudadanas, que se espera continúen aprendiendo a lo largo de la vida usando estas herramientas. En este contexto, parece indispensable que todos los docentes adquieran o refuercen sus habilidades digitales, buscando favorecer la competencia 28 del currículo, que plantea que el estudiante “Se desenvuelve en los entornos virtuales generados por las TIC”. Se trata de una competencia con valor en sí misma, pero también para el aprendizaje de todas las demás.
Volviendo al tema del título del presente artículo, una crítica que se puede hacer al sistema educativo peruano es que históricamente no se ha preocupado mayormente por los estudiantes vulnerables, los que no se podían adaptar a la escuela, que en general ha sido rígida en cuanto a normas, procedimientos y recursos disponibles para casos de estudiantes con diversos tipos de necesidades de aprendizaje, intereses y potencial educativo. En cierto sentido, podríamos hablar de un darwinismo educativo en el que solo sobrevivían los estudiantes más fuertes, que progresaban y aprendían. El resto, repetía de grado y eventualmente abandonaba la escuela, sin que hubiera redes de apoyo educativo y social que le permitieran seguir creciendo. Por supuesto, hay notables excepciones. Hemos tenido muchos estudiantes que han logrado avances educativos muy por encima de lo que se esperaría dadas las características de sus familias y el contexto en que estudiaban. Estos resultados en general se han debido al trabajo extraordinario de docentes que individual o colectivamente en una institución o red de escuelas han logrado generar ambientes escolares cálidos y educativos. Esperamos que, con normas como la de evaluación, que enfatizan la diversidad, inversiones diferenciadas a favor de los estudiantes más vulnerables por parte del Estado, y el continuo trabajo duro de los y las docentes peruanos, tengamos un sistema más flexible y por tanto más justo.
[1] Ver por ejemplo el Objetivo 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), planteado por Naciones Unidas como perspectiva para el año 2030, que dice: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/education/).
[2] Resolución Viceministerial-RVM 193-2020, disponible en https://www.gob.pe/institucion/minedu/normas-legales/1263564-193-2020-minedu.
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